La temperatura iba aumentando, el frío capitalino se reemplazaba por el calor que circundaba al Magdalena y el paisaje que se colaba por la ventanilla del bus así lo manifestaba. Ese verde era huilense y el ingreso a Neiva, la capital, no se hacía esperar. Era hora de almorzar, habían pasado 5 horas desde Bogotá y era casi la 1 p.m.
El marco de la llegada era imponente, el acogedor sol obligaba a desentenderse de abrigos y demás, nada menos era el monumento a la Cacica Gaitana, moldeado por el escultor Jorge Rojas. Representa la valentía de una mujer indígena que alzó a su pueblo contra los españoles para vengar la muerte de su hijo y demostrar la dignidad de su pueblo.
Dicho monumento engalana el Río Magdalena que se encuentra de fondo, gigante, fuerte y sobreviviente. Justo debajo de La Gaitana está el restaurante GranVinos, las autoridades de la ciudad daban paso a los comensales e invitaban a la inauguración oficial de la caravana que comenzaría a las 2 p.m. en el Centro de Convenciones José Eustasio Rivera, de la capital huilense.
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